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Etapa de “mordeduras” en el desarrollo infantil, desde la visión de una psicóloga.

En los primeros días de vida, el bebé no puede diferenciarse, creyendo que él y la madre son las
mismas personas. Desde el momento en que percibe la presencia del otro, pasa a comprender que
hay un intervalo entre lo que quiere y el momento de la satisfacción. Esta ruptura no está
relacionada con el tiempo, sino con una falta. Y es en esta ausencia que en los seres humanos se
va originando sentimientos relacionados con la frustración.

La frustración en los niños es sumamente importante, ya que es lo que hace a los niños
diferenciarse, se descubran a sí mismos y descubran el mundo. Es ella quien lo mueve.

Este momento de satisfacción tan esperado por el bebé, ocurre la mayoría de las veces, a través
de la boca. Es a través de este órgano que pasa a conocer el mundo, ya sea llorando, riendo,
comiendo, balbuceando. Podemos notar que cada objeto que está cerca de un bebé, intentará
llevárselo a la boca, sintiendo la textura y consistencia de este objeto. Es decir, la boca es una
parte muy sensible del cuerpo, trayendo la sensación de placer. En psicoanálisis llamamos a este
período del niño de: Fase Oral.

Es en esta etapa que el niño, porque va descubriendo el mundo y porque ya siente frustración,
empieza a morder. Por lo tanto, el bebé suele morder el pecho de la madre cuando se está
alimentando. Morder es una de las primeras manifestaciones de frustración del bebé. O sea, hasta
cierto punto del desarrollo infantil, morder se considera una herramienta de aprendizaje.

Cuando notamos que la fase de morder dura más de lo esperado y que esto sucede a diario, es
señal de que el niño no es capaz de expresar su deseo y que algo no va bien. Esto suele ocurrir con
niños que aún no han adquirido el idioma o que no lo hablan con tanta fluidez.

Un ejemplo de esto es cuando el niño no quiere compartir su juguete con los demás compañeros
de sala. Como no se expresa muy bien, reacciona agresivamente al tener que compartir y muerde
porque quiere el mismo objeto.

Cuando esto sucede, es importante acoger al niño y entender por qué lo hizo, o introducir otro
juguete, que despierta tanto interés como el inicial, mostrando que hay otras formas de lidiar conlas frustraciones.

Regañar al niño o dejarlo con el objeto adquirido, debido a la mordedura, son conductas querefuerzan esta agresividad o, muchas veces, la empeoran.

Acoger, comunicar, crear límites, observar las situaciones que se dan con los mordiscos son
algunas de las alternativas para hacer frente a este tipo de agresividad.

Monise Manha – Psicóloga Jardín Infantil Vovó Beba.